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Claves para una vida poderosa: Venciendo el enojo

El enojo es una emoción muy poderosa. Puede golpear repentinamente, apoderándose de nuestros pensamientos con una fuerza violenta. A veces, parece incontrolable, y sus efectos devastadores pueden dejar tu fe, tu familia o tu carrera en ruinas.

Pero hay una manera de liberarse de las garras del enojo y aprender a manejar las situaciones diarias que pueden conducir a la ira.

Llegando a la fuente del enojo

Hay tantas causas y expresiones de enojo como las mismas personas. Pero debajo del enojo suele acechar un elemento común: las cosas no nos salen como nos gustaría. Tal vez tu jefe no cumplió con el aumento prometido, o tu cónyuge simplemente no se tomó el tiempo de escucharte.

Al principio, este tipo de enojo suele estar dirigido hacia los demás. Pero a la larga, comenzamos a culpar a Dios por lo que nos sucede. Al igual que la esposa de Job, cuando nos enfrentamos a una ira abrumadora, ¡queremos “¡maldecir a Dios y morir!” (Job 2:9).

Desafortunadamente, a pesar de toda la energía que invertimos con el enojo, no logra conseguirnos un aumento de sueldo, ni hacer que nuestros hijos obedezcan, ni restaurar un matrimonio roto. Y, lo que es más importante, la Biblia dice: “Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago 1:20).

Peor todavía, el enojo finalmente buscará una salida a través de acciones hirientes, generando más ira y creando un ciclo destructivo para nuestras vidas. Por ello, siendo sensatos, no debemos subestimar el poder del enojo.

Encontrando libertad

Si el enojo te está controlando, solo hay una forma de encontrar una libertad duradera: cediendo el control de tu vida a Jesucristo.

El enojo es, en última instancia, una cuestión de control; al enojarnos, nuestra ira abre una brecha entre nosotros y Dios, lo cual nos impide acercarnos a Su amor.

En nuestro enojo, estamos rechazando el amor de Dios y acusándolo de no preocuparse. No obstante, Dios es amor (1 Juan 4:8), y la Biblia dice que Sus planes para nosotros siempre son buenos (Jeremías 29:11).

Este plan comienza con una relación personal con Jesús. Juan 3:16 dice,

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

¡Dios desea que vivas con Él por siempre!

Cuando vienes a Dios, arrepintiéndote de tus pecados, Dios te da milagrosamente un nuevo nacimiento que te permitirá caminar en Su amor.

Venciendo el enojo día a día

Tu nueva vida en Cristo no pondrá fin de inmediato a tu enojo. Cada día traerá situaciones que te tentarán a enojarte. A continuación, encontrarás algunos pasos que puedes tomar en cuenta para mantener tu enojo bajo el control de Dios.

1. Reconoce la fuente de tu enojo.
¿Es una persona? ¿Es una situación? O tal vez estás enojado con Dios. Sé honesto contigo mismo y con el Señor acerca de lo que te enoja.

2. Arrepiéntete y pídele a Dios que limpie tu corazón.
El enojo basado en el egoísmo y el control es pecado, y la cura para el pecado es el arrepentimiento. Pídele a Dios que te perdone por tu enojo y te dé paz.
“Si confesamos nuestros pecados”, dice la Biblia, “[Dios] es fiel y justo, para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

3. Perdona, perdona, perdona.
El perdón es quizás el mejor remedio contra el enojo. Mientras Jesús agonizaba colgado en la cruz del Calvario, tenía todo el derecho de estar enojado con aquellos que lo pusieron allí. Sin embargo, Él le pidió a su Padre que los perdonara. Y nosotros estamos llamados a hacer lo mismo.

4. Diariamente, dale a Dios el control de tu vida.
Job tenía toda la razón para estar enojado. Pero a pesar de sus circunstancias, se negó a agitar el puño contra Dios. El respondió: “¿Aceptaremos solo las cosas buenas que vienen de la mano de Dios y nunca lo malo?” (Job 2:10b, NTV). El llamado al discipulado requiere que entreguemos el control de nuestras vidas a Dios. Él es fiel y puedes confiar en que Él hará que todas las cosas obren para bien (Romanos 8:28).

5. No permitas que el enojo tome raíces en tu vida.
Quizá pienses que, al suprimir tu enojo, simplemente desaparecerá. Pero, el enojo debe ser tratado o crecerá como un cáncer. Especialmente en las relaciones que son más valiosas para ti, sigue este sencillo consejo del apóstol Pablo: “Que no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26).

Reflexiona antes de orar

¿Se ha apoderado el enojo de tu vida? Hay una solución simple: entrega las riendas de tu corazón al Señor y camina cada día en el amor y el perdón de Dios. Tómate unos momentos ahora mismo para orar y dejar ir tu enojo:

«Padre, perdóname por mi enojo contra ti y los demás. Por favor, límpiame como lo prometes en tu Palabra. Te doy el control total de mi vida, tanto lo bueno como lo malo. También te doy mis heridas del pasado. Gracias por perdonarme y por enseñarme a caminar en amor cada día, en el nombre de Jesús. Amén».

La Palabra de Dios en cuanto al enojo y la ira

“Enójense, pero no pequen; no se ponga el sol sobre su enojo, 27 ni den oportunidad al diablo… Y no entristezcan al Espíritu Santo de Dios, por el cual fueron sellados para el día de la redención. 31 Sea quitada de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritos, insultos, así como toda malicia. 32 Sean más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó”. (Efesios 4:26-27, 30-32).

 Escrituras para estudio

 

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