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Tus primeros pasos como creyente en Jesucristo

Cuando decides acercarte a Dios y vivir de acuerdo con Su voluntad, puedes estar seguro de que Él guiará tus pasos. Ser cristiano es más que simplemente saber acerca de Jesús; es conocerlo personalmente y decidir vivir una vida con propósito eterno.

Para ayudarte en tu camino de fe, te presentamos a continuación algunos conceptos básicos y prácticos para tu diario vivir, y así puedas dar tus primeros pasos como creyente en Jesucristo. También encontrarás versículos bíblicos relevantes que seguramente te interesará conocer.

Y si tú ya tomaste hace un tiempo la decisión de tener una relación personal con Jesús, ¡comparte este artículo con quienes lo necesiten!

1. Fuiste perdonado

Para tener la seguridad de una vida eterna a lado de Dios, debemos confiar en Jesucristo para el perdón de nuestros pecados, recibirlo como nuestro Salvador, y servirlo como nuestro Señor.

Si te acercaste a Dios de corazón con verdadero arrepentimiento y convicción, pidiéndole que perdone tus pecados y te dé vida eterna, ahora eres parte de Su familia. La Biblia dice que tu salvación eterna está segura, y que ahora eres un hijo de Dios.

“Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (Romanos 10: 9).

“Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios” (Efesios 2: 8).

“Pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Ellos nacieron de nuevo” (Juan 1: 12-13a).

 

2. La oración es vital


Es importante dedicar tiempo a la oración todos los días. Así como tu cuerpo no puede desarrollarse ni fortalecerse sin comer, tu espíritu debe ser alimentado continuamente para crecer en tu caminar con el Señor.

La buena noticia es que, como hijos de Dios, tenemos acceso a Su presencia en cualquier momento que lo necesitemos. Eso significa que puedes presentarte ante Él y compartirle tus pensamientos, alegrías, temores o deseos de una manera íntima y personal, sabiendo que Él te escucha y está dispuesto a guiar tus pasos.

Orar es simplemente hablar con Dios. No es necesario que memorices nada especial ni que repitas continuamente las mismas frases; simplemente, habla con Dios de corazón, como lo harías con un padre que te ama y quiere lo mejor para ti.

“Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones” (Salmo 34:15).

“Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que, si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14).

“Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre” (Mateo 7:7-8).

 

3. Deja que Dios te hable


La Biblia es la forma principal que nuestro Padre ha elegido para hablarnos; es por eso que es llamada “Palabra de Dios”. Aprender lo que Dios dice en la Biblia es una parte muy importante de tu nueva vida. Al leer su Palabra, pídele que te hable al corazón y te muestre cómo lo que leíste se puede aplicar en tu propia vida.

Si nunca leíste la Biblia, un buen lugar para comenzar podría ser el Evangelio de Juan, en el Nuevo Testamento, así como los Salmos y Proverbios del Antiguo Testamento. Te sugerimos encontrar una traducción moderna y fácil de leer, como la Nueva Versión Internacional, Nueva Traducción Viviente, Dios Habla Hoy, Reina Valera Actualizada, o una de nuestras versiones favoritas: la Biblia de las Américas.

Además, también es posible encontrar la Biblia en diferentes formatos electrónicos y en audio; así puedes escucharla en cualquier momento cuando no puedas leer. Lo importante es que alimentes tu espíritu diariamente para crecer en tu nuevo camino.

“Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto. Dios la usa para preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

“Tu Palabra es una lámpara que guía mis pasos; una luz que alumbra mi camino” (Salmos 119:105).

 

4. Congrégate en una iglesia


Cuando le entregaste tu vida a Jesucristo te convertiste en una parte vital de la familia de Dios: la Iglesia. Y cuando decimos “iglesia” no nos referimos a un templo o a un edificio, sino a un grupo de personas que comparten tu fe.

En sentido general, «la Iglesia, es la comunidad de todos los creyentes que han sido unidos por el lazo de la fe y de la acción regeneradora del Espíritu Santo, de una manera vital, en Jesucristo» (Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado, CLIE, 1985).

Es importante que encuentres y asistas a una iglesia local que esté basada en los fundamentos bíblicos de la fe. A medida que te involucras, no solo encontrarás nuevos amigos y recibirás fortaleza y aliento, sino que también aprenderás la importancia de servir a otros y descubrirás que es mejor dar que recibir.

Esta es una de las razones por las que participar en una iglesia local es tan importante, y por la cual la Biblia dice que no debemos descuidar reunirnos con otros creyentes

“Y no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca” (Hebreos 10:25).

“¡Qué maravilloso y agradable es cuando los hermanos conviven en armonía!” (Salmo 133:1).

 

5. Crece en tu relación con Cristo


Una vez que aceptas a Cristo como tu Salvador y comienzas a participar regularmente en la oración, la lectura de la Biblia y en una iglesia local, es importante que continúes desarrollando una relación personal más profunda con Dios.

La Biblia dice que debemos vivir una vida digna del llamado que hemos recibido. Dios quiere que crezcamos en nuestro conocimiento del Hijo de Dios y seamos maduros, alcanzando toda la medida de la plenitud de Cristo. (Efesios 4:13).

“Y por esto deben esforzarse en añadir a su fe la buena conducta; a la buena conducta, el entendimiento; al entendimiento, el dominio propio; al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la devoción; a la devoción, el afecto fraternal; y al afecto fraternal, el amor” (2 Pedro 1: 3-8).

“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

 

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