Enero es el mes que da inicio a las famosas “Resoluciones de Año Nuevo”. Muchas personas trazan propósitos de superación personal, ya sea que se trate de manejar mejor el dinero, cuidar la salud, mejorar las relaciones familiares, o bajar unos kilitos demás.
No hay nada de malo con ninguno de esos propósitos; de hecho, Proverbios 21:5 dice que “los planes bien pensados y el arduo trabajo llevan a la prosperidad”(NTV). Sin embargo, como hijos del Rey, debemos prestar atención a la motivación detrás de cualquier nuevo propósito que decidamos establecer.
Es importante recordar que contamos con el amor de un Dios que nos cuida y que quiere lo mejor para nosotros, así que no siempre deberíamos tratar de lograr esos propósitos solamente basados en nuestras propias fuerzas. Además, tal vez deberíamos preguntarnos: ¿Estamos poniéndonos nuevas metas basándonos en un corazón descontento?
Pablo nos dice: “No es que haya pasado necesidad alguna vez, porque he aprendido a estar contento con lo que tengo”. (Filipenses 4:11 NTV). Él sabía quién era y estaba consciente de su identidad como hijo del Rey. Pero por otra parte, en la historia del hijo pródigo podemos ver cómo ese joven dejó la hacienda de su padre para trabajar en sus propias fuerzas, y no le fue nada bien. El otro hijo se quedó, pero también vivía por debajo de sus privilegios porque estaba esperando algo a lo cual ya tenía acceso.
La Palabra de Dios nos dice en 1 Timoteo 6:6 que, en efecto, dedicar nuestra vida a servir a Dios es una manera de ganar mucho, pero que debemos vivir contentos con lo que tenemos. Si vivimos una vida llena de contentamiento y gratitud, nos ponemos en la posición correcta para que Dios nos bendiga.
Cuando ya sabemos quiénes somos en Cristo, todo nuevo propósito que establezcamos debe ser en Él y para Él. No tiene nada de malo querer mejorar; pero quizás una buena práctica para el comienzo de este nuevo año sea simplemente decidir estar contento.
Antes de establecer metas o nuevos propósitos para el año nuevo, pasa un tiempo en silencio con Dios, agradeciéndole por lo que ha hecho en tu vida. Agradécele por quién es Él, quién eres tú, y reconoce que Él es más que suficiente.
Independientemente de tu estado actual, ya sea que tengas deudas, problemas de salud, situaciones familiares, o cualquiera que sean tus circunstancias, recuerda: Dios es suficiente para ti. Es importante entonces que encuentres un lugar a solas con Él y te acerques con un corazón agradecido y dispuesto a recibir.
En el salmo 37 podemos leer: “Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón” (Salmos 37:4). Dios siempre preferirá que te sientas completo en Su presencia, en vez de que vengas a Él descontento, aunque alcances todos esos propósitos que tal vez te has propuesto.
Otra forma de ver esta escritura es que, si nos deleitamos en el Señor, entonces nuestros deseos comenzarán a alinearse con los deseos de Él.
Por lo tanto, encuentra ese lugar especial de contentamiento donde el Padre puede mostrarte cuán completo eres en Él. Deléitate en Sus caminos; y cuando lo hagas, ¡cualquier meta o propósito de año nuevo que establezcas será uno que Dios podrá bendecir!