Ser cristiano es más que simplemente saber acerca de Jesús; es conocerlo personalmente y decidir vivir una vida con propósito eterno. Crecer en tu vida espiritual es principalmente una cuestión del corazón; Dios habla a las personas que están listas y preparadas para escuchar.
Es por eso que, si tu deseo es acercarte más a Dios, te sugerimos desarrollar los siguientes cuatro hábitos. Si lo haces cotidianamente y con fe, puedes estar seguro de que tu relación con tu Creador será cada día más fuerte y podrás reconocer Su voz y Su propósito en tu vida.
La conversación más importante del día es la que debes tener con Dios a través de la oración.
Orar es simplemente hablar con Dios. No es necesario que memorices nada especial ni que repitas continuamente las mismas frases; simplemente habla con Él de corazón, como lo harías con un padre que te ama y quiere lo mejor para ti.
Al orar por tus necesidades y las de los demás en un tiempo de compromiso diario, te resultará más fácil alejarte de los deseos centrados en ti mismo, y las prioridades de Dios tomarán un primer lugar en tu vida.
Orar es más que un hábito. Te da fortaleza cuando te sientes débil, esperanza cuando te sientes perdido, y te ayuda a sentir más cerca el amor de tu Padre celestial.
“Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones” (Salmo 34:15).
La Biblia es la forma principal que nuestro Padre ha elegido para hablarnos; es por eso que es llamada “La Palabra de Dios”.
Aprender lo que Dios dice en la Biblia es una parte muy importante de tu crecimiento espiritual; al leer su Palabra, pídele que te hable al corazón y te muestre cómo lo que leíste se puede aplicar en tu propia vida.
Un seguidor de Cristo debe dedicar tiempo diario a leer la Biblia, reflexionar sobre su mensaje, y orar para encontrar formas de convertir las lecciones de las Escrituras en un estilo de vida.
“Tu Palabra es una lámpara que guía mis pasos; una luz que alumbra mi camino” (Salmos 119:105).
A medida que desarrolles tu vida espiritual, te darás cuenta de que es importante establecer relaciones con otras personas que comparten tu fe.
Esto no significa excluir de tu círculo de amigos a aquellos que no creen lo mismo que tú; pero un creyente en Cristo que tiene amigos con las mismas prioridades, encuentra más fácil vivir un estilo de vida que esté de acuerdo con la voluntad de Dios.
Si todavía no lo has hecho, te animamos a que encuentres y asistas a una iglesia local que esté basada en los fundamentos bíblicos. A medida que te involucres, no solo encontrarás nuevos amigos y recibirás fortaleza y aliento, sino que también aprenderás la importancia de servir a otros y descubrirás que es mejor dar que recibir.
“¡Qué maravilloso y agradable es cuando los hermanos conviven en armonía!” (Salmo 133:1).
La cuarta disciplina es la más desafiante: los cristianos deben buscar activamente oportunidades para contarles a otros sobre lo que están aprendiendo de Dios, así como lo que Él hizo y continúa haciendo en sus propias vidas.
Al compartir tu experiencia personal con amor y empatía, lo interno se vuelve externo. Además, las lecciones aprendidas en privado se vuelven parte de un estilo de vida que tiene el potencial de guiar a otros hacia los propósitos y el plan de Dios.
“Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree”. (Romanos 1:16)
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