Recordemos que cada día es un regalo de Dios. Entender la brevedad de la vida no significa obsesionarnos con el paso del tiempo, sino enfocarnos en nuestro interior y priorizar lo que realmente importa… y aprender a vivirla con sabiduría.
Moisés, el singular y longevo líder de Israel, eleva una súplica profunda a Dios en el Salmo 90:12, NTV: Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría.
Esta oración debe recordarnos que la vida es frágil y pasajera, y que cada día es un regalo que debe ser administrado con responsabilidad, sabiduría y propósito.
Con frecuencia vivimos atrapados en la rutina, preocupados por alcanzar metas externas, acumulando bienes, o tratando de impresionar a los demás. Sin embargo, la Biblia nos llama a reflexionar en algo mucho más importante: el estado de nuestro corazón.
La vida exterior, por más brillante que parezca, se desvanece rápidamente. La vida interior, en cambio, permanece y tiene valor eterno.
Entender la brevedad de la vida no significa obsesionarnos con el paso del tiempo, sino reconocer su “cortedad” para poder priorizar lo que realmente importa.
Primeramente, cultivar una relación genuina con Dios, crecer en fe y carácter, y sembrar amor en quienes nos rodean. Cada día es una oportunidad para ejercitar la paciencia, la humildad y la compasión, valores que trascienden lo material.
La sabiduría que Moisés anhela en su Salmo no proviene del mundo, sino de una vida centrada en Dios. Esa sabiduría nos enseña a vivir con perspectiva eterna y a invertir en lo que el tiempo no puede destruir, lo cual es nuestra comunión con el Señor y la formación de un corazón transformado.
Recordemos que lo más valioso no es la cantidad de años que vivimos, sino la calidad de vida interior que cultivamos en esos años.
Y cuando enfrentamos adversidad, el apóstol Pablo nos exhorta: Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos. (Efesios 5:16, NTV).
Por lo tanto, pidamos cada día al Señor que nos enseñe a aprovechar cada uno de nuestros días, y a llenar nuestro corazón de la sabiduría que solo Él puede darnos.
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