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Una perspectiva cristiana del Mes de la Herencia Hispana

Los hispanos somos emprendedores. Aceptamos los retos con entusiasmo, contagiamos con nuestra alegría y luchamos para dejar un legado a nuestras familias. Este legado es construido con actos de servicio, esfuerzo, tradiciones, enseñanzas y valores, porque la mejor herencia que podemos dejar a nuestras generaciones no es terrenal. 

El Mes de la Herencia Hispana significa mucho más que una simple celebración cultural. Como hijos e hijas de Dios, podemos celebrar la multiforme sabiduría de nuestro Padre, mostrada en Su plan eterno para la redención de todo linaje y comunidad étnica, incluyendo la nuestra. Al mismo tiempo, podemos también disfrutar sanamente las cosas buenas de nuestra vasta herencia histórica y cultural.

Lee a continuación para conocer un poco de historia al respecto, ver lo que Dios está haciendo en el mundo hispanohablante, y descubrir cómo tener una perspectiva cristiana del Mes de la Herencia Hispana.

Aprovechando el Mes de la Herencia Hispana para compartir nuestra fe

Lo que actualmente se conoce en los Estados Unidos como el “Mes de la Herencia Hispana” es un período que comienza el 15 de septiembre y termina el 15 de octubre, el cual tiene el propósito de celebrar la rica cultura y herencia histórica de nuestra comunidad. Además, reconoce y celebra las contribuciones de aquellos estadounidenses que tienen sus raíces en España, México, América Central, América del Sur y las naciones hispanohablantes del Caribe que hoy forman parte de la sociedad y la cultura de los Estados Unidos.

Para nosotros los cristianos, el Mes de la Herencia Hispana significa mucho más que una simple celebración cultural. Como hijos e hijas de Dios, podemos celebrar la multiforme sabiduría de nuestro Padre mostrada en Su plan eterno, a través de la iglesia, para la redención de todo linaje y comunidad étnica, incluyendo la nuestra. Desde el principio, Dios le prometió a Abraham que por medio de él bendeciría a “todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3).

Después, el apóstol Pablo escribió a la iglesia de Éfeso que esta promesa se está cumpliendo a través de la Iglesia, al unir Dios todas las cosas en Cristo (Efesios 1:10). Y lo asombroso es que una de las muchas cosas que el Señor está uniendo a través de Cristo es un pueblo de cada tribu, lengua y nación. Él está reuniendo, en Cristo, una Iglesia multiétnica y multicultural. Según lo enseña el Espíritu Santo, a través de Pablo, en la Iglesia de Jesucristo no hay categorías ni preferencias. El judío no es mejor que el gentil, porque en Cristo “nuestra ciudadanía está en los cielos, y de allí esperamos a un Salvador, al mismo Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20).

Nuestra perspectiva cristiana del Mes de la Herencia Hispana nos permite ver cómo Dios está uniendo bajo Sus alas tantas culturas diferentes, que muchas veces tienen muy poco en común. Cada iglesia local y cada cristiano tiene el don sobrenatural dado por Dios de participar en Su plan maravilloso a través del evangelio de Su Hijo. Después de todo, Pedro nos recuerda que somos “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios”. Y, ¿cuál es el propósito de todo esto? “Para que anunciemos las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).

Por lo tanto, cuando celebramos juntos este mes, no solo podemos disfrutar sanamente las cosas buenas de nuestra vasta herencia histórica y cultural. También podemos hacerle saber al mundo que nos rodea, que Dios es lo suficientemente poderoso como para hacer que tantas culturas diferentes puedan unirse bajo el evangelio de la reconciliación.

Dios está haciendo cosas asombrosas en el mundo hispanohablante

Desde el desierto de Sonora en México hasta la Patagonia en Argentina, Él está obrando de manera especial y sobrenatural como nunca antes en la historia desde que los primeros misioneros evangélicos comenzaron a llegar a Latinoamérica en el siglo XIX.

No obstante, hoy también en Estados Unidos, como personas de fe, debemos seguir esperando ver que Dios vuelva a obrar como lo hizo durante los avivamientos nacionales de los tres siglos pasados, pero ahora incluyendo a los miembros del creciente pueblo hispano que todavía no han tenido un encuentro personal con Jesucristo.

Este Mes de la Herencia Hispana nos brinda la oportunidad de abrir nuestros hogares, y lugares de reunión, para que otros hispanos puedan participar con nosotros de la convivencia y enseñanza de la Biblia, lo cual quizá no conocerán de otra manera.

Celebremos entonces con ellos, y con la familia de fe, el amor y multiforme sabiduría de Dios. Celebremos nuestra unidad en Cristo en medio de nuestra diversidad étnica y cultural. Y celebremos con unos buenos tamales, popusas, tostones, arepas y demás “manjares celestiales” … ¡para la gloria de Dios!

 

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