Sin importar si eres nuevo en la fe cristiana o si tienes mucho tiempo como creyente, es importante recordar que todos deberíamos apartar un espacio cada día para pasar un tiempo a solas con Dios, leer la Biblia y orar. Un devocional es la ayuda que muchos necesitan, y su propósito es ayudarnos a alejarnos un poco de la rutina diaria para enfocarnos en nuestra vida espiritual y en nuestra comunión con el Señor.
Ya sea que estés pasando por circunstancias difíciles, o que por ahora las cosas te vayan bien, tener un tiempo devocional te recordará que Dios está en control y que se preocupa de lo que te ocurre día a día. Recuerda que no hay una fórmula especial ni establecida de tener un devocional; algunas personas prefieren un tiempo temprano en la mañana, mientras que otras apartan algún momento durante el día. ¡Lo importante es que lo hagas!
Para ayudarte en tu caminar te presentamos versículos selectos y una breve reflexión, oración o pensamiento para cada día de la semana. Esperamos que te sirvan como una base para que puedas pasar un tiempo especial con Dios, pensar en tu vida espiritual, y enfocarte en lo que Él quiere para ti y en sus promesas para tu vida.
Día 1:
Mientras cada día sigues avanzando en tu camino, recuerda que Dios cumplirá el propósito que Él ha preparado para ti. Aférrate a la esperanza eterna que se encuentra en el amor y en la gracia de Cristo Jesús.
Versículo: Así que, todos nosotros, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen. 2 Corintios 3:18
Día 2:
Hay malos hábitos que son difíciles de dejar, así que es importante preguntarse: ¿esto le agrada a Dios? Si sientes en tu corazón el deseo de cambiar, podría ser que el Espíritu Santo te está guiando cada día a parecerte más a Jesús.
Versículo: No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta. Romanos 12:2
Día 3:
Señor, en el día de hoy te pido que me ayudes a cultivar en mi corazón lo que te agrada. Que el Espíritu Santo me guíe, y que instruya mi mente y mis palabras de acuerdo con tu voluntad. Gracias por tu paciencia y tu gracia en mi vida. Amén.
Versículo: La clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas! Gálatas 5:22-23
Día 4:
¿Qué harías sin Jesús? ¿Dónde estarías sin Su gracia y Su amor incondicional? Toma un momento para meditar en esto, y agradece al Señor por el gran sacrificio que nos dio una esperanza eterna.
Versículo: Cuando éramos totalmente incapaces de salvarnos, Cristo vino en el momento preciso y murió por nosotros, pecadores. Romanos 5:6
Día 5:
Cuando te sientas agobiado o desilusionado en tu caminar, piensa en estas palabras: “Yo los elegí a ustedes”. No fuiste un error ni una casualidad; Dios te escogió y te apartó desde el vientre de tu madre. Fuiste creado para este momento, y con la guía de Dios podrás seguir adelante.
Versículo: Ustedes no me eligieron a mí, yo los elegí a ustedes. Les encargué que vayan y produzcan frutos duraderos, así el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre. Juan 15:16
Día 6:
La gracia de Dios es el mejor regalo que hemos recibido. Es lo que nos rodea cada mañana. Gracias al sacrificio de Jesús podemos acercarnos confiadamente a Dios en cualquier momento del día y tener comunión de hijo y padre con Él.
Versículo: Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. Efesios 2:8
Día 7:
Tienes una identidad eterna: eres llamado “hijo” por el creador del universo. Nadie podrá apartarte del gran y profundo amor que se encuentra en Cristo Jesús.
Versículo: Les doy vida eterna, y nunca perecerán. Nadie puede quitármelas, porque mi Padre me las ha dado, y él es más poderoso que todos.] Nadie puede quitarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno. Juan 10:28-30