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El poder de tus palabras

No hay nada como disfrutar del aire libre alrededor de una fogata para apreciar la creación de Dios, bajo un cielo nocturno lleno de estrellas.

Pero ese cálido fuego también es una gran responsabilidad, porque si lo descuidas, puede provocar incendios en bosques, campos, e incluso en tu propio jardín. Lee a continuación para descubrir cómo puedes evitar incendios… Nos referimos a: el poder de tus palabras.

Una pequeña chispa

Cada año se reportan cientos de incidentes de grandes incendios a nivel global que afectan a millares de personas, plantas y animales, donde las condiciones de sequía y viento continúan alimentando las llamas.

Y lo peor del caso, es que una gran mayoría de estos fuegos se iniciaron con una pequeña chispa.

Por cierto, esto no es nada nuevo. Desde tiempo inmemorial, la Palabra de Dios nos advierte que, de igual manera, nosotros tenemos el poder de crear gran destrucción con nuestras palabras.

En el libro de Santiago, que está en el Nuevo Testamento, podemos leer:

«Así también, una sola chispa puede incendiar todo un bosque. Las palabras que decimos con nuestra lengua son como el fuego. Nuestra lengua tiene mucho poder para hacer el mal. Puede echar a perder toda nuestra vida» (Santiago 3:6).

Juzgando a los demás

¡Qué fácil puede ser sacar falsas conclusiones, juzgar sin conocer y dar paso a críticas y chismes, especialmente si los disfrazamos de algo espiritual!

Además, toma en cuenta que si los chismes, críticas, quejas y rumores son repetidos y difundidos, se pueden convertir en calumnias y murmuración.

Estas situaciones son aún más dañinas: son capaces de carcomer los cimientos de cualquier relación, familia o institución, de manchar reputaciones y lastimar corazones.

Ocurrió muchas veces. ¡No dejes que ocurra a tu alrededor!

Tal vez escuchaste alguna vez que nunca deberías decir a espaldas de alguien lo que no te atreverías a decirle en la cara. Te aconsejamos que recuerdes esta regla antes de que tus palabras te metan en problemas, y que hagas lo posible por alejarte de aquellas personas que siempre están en el medio de críticas, chismes y rumores.

Recuerda un par de los consejos más claros de Proverbios:

«El chismoso anda por ahí ventilando secretos, así que no andes con los que hablan de más» (Prov. 20:19).

«Sin leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, cesa la contienda» (Prov. 26:20).

En boca cerrada…

Todos deberíamos darnos cuenta de la importancia de cuidar lo que decimos.

Son muchas las frases populares que hablan al respecto, como: «En boca cerrada no entran moscas», «El pez muere por la boca», o una de las favoritas en varios países de Latinoamérica: «Dos orejas y una boca tenemos, para oír más y hablar menos».

Pero, más importante aún, existen decenas de referencias bíblicas relacionadas al poder de la lengua.

Uno de los versículos que te sugerimos memorizar y repetir antes de decir algo que no deberías, está en el Salmo 141:3, que dice: «Señor, pon guarda a mi boca; vigila la puerta de mis labios». Otra versión más contemporánea es aún más directa: «Dios mío, ¡no me dejes decir ni una sola tontería!» (TLA).

Si piensas en estos principios antes de hablar, va a resultarte más fácil decidir si lo que vas a decir realmente vale la pena ser escuchado, o si es preferible callar. Recuerda que «el que mucho habla, mucho yerra; pero el que es sabio refrena su lengua» (Prov. 10:19 NVI).

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