Dicen que el dinero no da la felicidad… ¡pero que la imita tan bien, que se necesitaría un especialista para verificar la diferencia!
La verdad es que todos tenemos distintos enfoques cuando hablamos de dinero, y esas creencias o conceptos van a definir la manera en la que permitimos que influya en nuestras vidas.
Pero… ¿Es el dinero la raíz de todos los males?
Veamos algunos de estos puntos de vista y las consecuencias que podrían causar:
Como verás, cada quien parece tener una manera diferente de ver el dinero. ¿Cuál es la tuya? Generalmente está relacionada con tus experiencias –ya sean pasadas o presentes–, tu escala de valores, y tus prioridades.
Pero si te das cuenta, todas parecen inclinarse hacia dos categorías principales: las personas que creen que el dinero es algo bueno, o las que creen que es algo malo.
Presta atención a lo siguiente: el dinero en sí mismo no es bueno ni es malo. Es simplemente una herramienta, y como toda herramienta, hay que saberla usar.
Una herramienta es un objeto diseñado y fabricado para facilitar la realización de una actividad. Puede ser usada con diferentes objetivos, para el beneficio o detrimento de quien la usa o de quienes estén alrededor.
Para darte un par de ejemplos sencillos, quiero pedirte que pienses en dos objetos que seguramente tienes en casa y que usas constantemente: un cuchillo y un martillo.
Si alguien te pregunta si estos objetos son buenos o malos, seguramente tu respuesta sería: «Ni lo uno ni lo otro». Lo que puede ser bueno o malo es el resultado de su uso, dependiendo de cómo los utilices.
Un cuchillo, por ejemplo, puede ser usado para cortar una deliciosa carne asada, o para atacar a alguien y causarle daño. De igual manera, un martillo puede ser usado para clavar los clavos que sostengan las vigas de una nueva casa, o para romper paredes o ventanas.
Una herramienta puede ser usada para construir o destruir.
Aprende entonces a usar la herramienta del dinero apropiadamente, no solo para tu propio beneficio sino también el de los demás, recordando que es más bienaventurado dar que recibir.
En conclusión, la raíz de todos los males no es el dinero; es el amor al dinero. Jesús mismo nos dijo que no acumulemos tesoros en la tierra sino en el cielo, porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón (Mateo 6:21).
“…He aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4: 11b-13)