Aunque el Día de Acción de Gracias es una celebración histórica propia de los Estados Unidos, en algunos países latinoamericanos se celebran festividades similares con tradiciones al estilo del Thanksgiving Day, que se remontan a la era colonial.
Por ejemplo, aunque en México la cena de Acción de Gracias no tiene un símil como tal en su historia, mucha gente ha adoptado esta celebración, especialmente en los estados fronterizos y debido en parte a la fuerte influencia de los medios de comunicación. Es por esto que es cada vez más común que las familias se reúnan para una comida tradicional con pavo, pero también con tamales, mole, y otras delicias mexicanas.
En otros países, como Colombia y Venezuela, esta celebración se enfoca más en las raíces religiosas del pueblo, con Misas de Acción de Gracias o cultos en las iglesias, seguidas de una fiesta tradicional de celebración.
Por su parte, los puertorriqueños también celebran estas fechas, y tienen su propia tradición para mostrar agradecimiento a sus seres queridos, presentando tarjetas de Acción de Gracias u obsequios que digan “gracias”.
En Estados Unidos, el día de Thanksgiving para los latinos tiene la particularidad de ser una ocasión más festiva que la de una simple cena tradicional.
No solo se trata de comida, sino de una celebración completa, donde la música no puede faltar. Sin embargo, la familia sigue siendo una de las piezas centrales de toda la ocasión.
En contraste con la típica cena de Thanksgiving americana, que generalmente se sirve entre las 4 y las 6 p.m., la cena de Acción de Gracias latina se sirve más tarde, alrededor de las 9:00 p.m.
Eso no quiere decir que las personas no se hayan deleitado previamente con las delicias que salen de la cocina casi constantemente. Pero, en general, todos los invitados se toman más tiempo charlando, riendo y bailando antes de sentarse a la mesa para disfrutar de la cena.
Otra de las diferencias notables entre el tradicional Thanksgiving estadounidense y el de la comunidad hispana está en la comida que se sirve.
Para comenzar, en vez de pavo se puede fácilmente preparar un lechón al horno, o un jamón. Y en vez de los platillos tradicionales estadounidenses, puede acompañarse de arroz y frijoles, o incluso tostones o plátanos fritos.
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Los tamales pueden también ser un invitado común en cualquier celebración latina, hechos con masa de maíz rellena con carne de pollo o de res y verduras, combinados con una salsa verde picante que le da un giro interesante al pavo tradicional. O puede haber en la mesa un relleno al estilo hispano, conocido como “pastelón”, acompañado con plátanos cocidos con cebolla y especias, así como cualquier variedad de carne molida o vegetales.
Y ningún Día de Acción de Gracias latino está completo sin una buena selección de postres: el tradicional flan cubierto con salsa de caramelo; o un pastel de tres leches, que bien puede sustituir a la tradicional tarta o pay de manzana o de calabaza; o unos churros bien espolvoreados con azúcar y canela, servidos con una salsa tibia de chocolate para un final perfecto de la cena.
Así como en el tradicional Thanksgiving se da gracias a Dios, recordando lo que hicieron los indígenas con los primeros peregrinos que llegaron a las costas de Massachusetts, y en general por todo lo que la familia tiene ahora —casa, vestido, sustento, salud, etc.—, en muchas familias latinas también se agradece por todo eso.
Pero, además, se añade a la acción de gracias la experiencia única del inmigrante; y quizás también se da gracias a Dios por todos los que ayudaron para que la persona y/o la familia pudiera inmigrar a los Estados Unidos.
En resumen, los latinos también celebramos el Thanksgiving, en gran parte adecuándolo a las costumbres y tradiciones de nuestra patria y de la propia cultura, las cuales nunca se olvidan.