Vivimos en un mundo que no se detiene. El trabajo, las tareas del hogar, los compromisos sociales, las notificaciones en el teléfono… todo compite por nuestra atención. Y aunque sabemos que nuestra relación con Dios es importante, muchas veces la dejamos para “cuando tengamos tiempo”.
Pero, ¿y si estar tan ocupados es precisamente lo que está apagando tu fe?
Tal vez no se trata de que tu fe esté débil… sino de que estás demasiado distraído para escuchar a Dios. Y eso podría estar frenando tu crecimiento espiritual.
En esta enseñanza breve pero poderosa, Roberto nos recuerda que no se trata de hacer más cosas por Dios, sino de estar con Él. Lo que Él busca son corazones dispuestos a escuchar y a aprender.
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En el evangelio de Lucas, podemos leer que Jesús visita a Marta y a María. Mientras Marta se afana sirviendo, María simplemente se sienta a los pies de Jesús para escucharlo. Cuando Marta se queja, Jesús le responde algo que puede cambiar tu perspectiva:
«Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada». (Lucas 10:41-42 NBLA).
¿Y sabes qué? Tú puedes empezar a hacerlo hoy mismo. No necesitas tener todo en orden. Solo necesitas hacer una pausa, apagar por un momento el ruido de lo que te distrae, y volver a lo más importante: Su presencia.
Haz de tu día algo diferente: siéntate a Sus pies. Escucha. Descansa. Él está esperando por ti, no con exigencias, sino con amor.
Verás cómo tu fe se renueva cuando haces espacio para descansar en Dios.
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A veces simplemente necesitamos una palabra de ánimo, un consejo práctico o una historia que nos recuerde que no estamos solos y que siempre hay motivos para seguir adelante.
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