La tentación es una realidad diaria para todos los cristianos. Sin embargo, no es pecado ser tentado; el pecado comienza cuando cedemos a él.
Recordemos que Jesús mismo fue tentado en el desierto (Mateo 4:1-11), pero venció cada ataque usando la Palabra de Dios. Por lo tanto, recuerda que la tentación se combate con convicciones firmes y ocupando diariamente tu mente en leer y meditar en la Biblia.
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El pasaje de Santiago 1:14-15 dice que la tentación nace de nuestro propio deseo desordenado y, si no lo detienes, te llevará a cometer un pecado. Entonces, el primer paso es identificarla desde un principio. No subestimes esas “pequeñas” concesiones que parecen ser inofensivas, porque son la puerta a caídas inevitables.
Recuerda que tu arma de ataque es la Palabra de Dios. En Efesios 6:17 se nos dice que la Palabra de Dios es “la espada del Espíritu”. Cuando Jesús fue tentado, respondió con esta declaración: «Escrito está…». Meditar y memorizar versículos fortalecerá tu mente para que puedas rechazar las mentiras y tus propios deseos engañosos.
Otra acción imprescindible es la oración. Jesús nos instruyó a velar y orar, para que no entremos en tentación (Mateo 26:41). La oración no es solo pedir ayuda, sino el recurso que nos mantiene conectados con Dios y conscientes de nuestra dependencia a Él.
Por ejemplo, cuando somos tentados en el área sexual, la mejor estrategia no es simplemente resistir, sino alejarnos por completo de ese lugar. La Biblia nos exhorta a huir de todo lo que estimule las pasiones juveniles (2 Timoteo 2:22, NTV). Esto puede implicar el cortar relaciones, evitar frecuentar ciertos lugares, o limitar el uso indiscriminado de las redes sociales.
Por último, ten presente siempre las consecuencias y las recompensas.
Ceder a la tentación te traerá dolor y separación espiritual de Dios; pero vencerla fortalecerá tu fe y te traerá gozo y paz. En Santiago 1:12 se nos promete una “corona de vida” a quienes soportamos la prueba o la tentación.
Vencer la tentación no es cuestión solamente de fuerza de voluntad, sino de depender del Espíritu Santo, permanecer en la Palabra de Dios y tomar decisiones sabias.
Hazte un favor: Dile “no” a la tentación, y “sí” a la vida abundante que te ofrece Jesucristo.