¿Qué haces cuando Dios cierra una puerta, pero la nueva puerta que sabes que Él tiene para ti todavía no aparece? Casi todos hemos experimentado algo así, y tal vez estás pasando por una situación similar ahora mismo: una transición.
La transición se define como un proceso o período de cambio de un estado a otro. No es un lugar fácil ni cómodo; al estar ahí te sientes inquieto e inestable. Los sistemas que antes habías probado como verdaderos, o las formas de hacer las cosas que solían marchar perfectamente, ya no parecen funcionar.
Cuando estás en una transición no estás donde solías estar, pero todavía no has llegado a tu siguiente destino. Tal vez sientes que te encuentras en un lugar extraño, lo que te obliga a mirar a tu alrededor y también ser introspectivo.
Lo cierto es que, aunque no te guste, cuando entras en un momento de transición no tienes más remedio que cambiar, moverte, evolucionar, y hacer los ajustes necesarios para no quedarte estancado por más tiempo… incluso si todavía no sabes hacia dónde vas.
Tal vez Dios ha estado ha estado haciendo las cosas incómodas para ti por algún tiempo, de la misma forma que las águilas hacen con sus polluelos, para que salgan del nido y aprendan a volar.
Podría parecer un poco cruel al principio, pero la mamá águila sabe bien que, a menos que empuje a sus bebés fuera del nido, nunca podrán aprender a volar o mantenerse a por sí mismos; no conocerían nunca la alegría de sentir el viento bajo sus alas, mientras vuelan por encima de las nubes y a través de los hermosos cielos azules.
Si las circunstancias de la vida te han echado de tu cómodo nido, o si estás pasando por una transición, debes recordar que Dios no ha terminado contigo. Simplemente te está llevando al “otro lado”.
En la Biblia, podemos leer en Marcos 4:35-41 la historia de Jesús haciendo esto con sus discípulos:
Al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos al otro lado del lago». 36 Así que dejaron a las multitudes y salieron con Jesús en la barca (aunque otras barcas los siguieron). 37 Pronto se desató una tormenta feroz y olas violentas entraban en la barca, la cual empezó a llenarse de agua. 38 Jesús estaba dormido en la parte posterior de la barca, con la cabeza recostada en una almohada. Los discípulos lo despertaron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?», gritaron. 39 Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: «¡Silencio! ¡Cálmense!». De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma. 40 Luego él les preguntó: «¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?». 41 Los discípulos estaban completamente aterrados. «¿Quién es este hombre? —se preguntaban unos a otros—. ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!».
Incluso si te sientes como si todo lo que te rodea estuviera por destruirte, y Jesús parece estar dormido en la barca, con su cabeza sobre una cómoda almohada, ¡confía en Él! Él es el Dios que puede calmar los mares con una sola palabra, y Él es el único que puede sacarte de la tormenta y llevarte a salvo al otro lado.
La buena noticia es que, cuando llegues allí, tendrás una gran historia que contar, tal como lo hicieron los discípulos cuando finalmente llegaron a salvo al otro lado.
Dios te ama y quiere que cumplas tu destino.
Si estás pasando por una transición, es porque Él tiene algo mejor para ti. Quédate en la barca —Jesús te llevará al otro lado.
Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos al otro lado del lago». Marcos 4:35 (NTV)
Dios ha hecho posible que lo conozcas y experimentes un cambio asombroso en tu propia vida. Descubre cómo puedes encontrar la paz con Dios. También puedes enviarnos tus peticiones de oración o llenar el formulario al final de esta página.