¿Alguna vez te has sentido tan presionado que parece que no puedes más? ¿Oprimido, solo, angustiado… quebrantado por dentro? Jesús se sintió así.
En Getsemaní, Él vivió uno de los momentos más humanos y a la vez más divinos de su vida. No pidió escapar, sino fuerzas para seguir. En medio del dolor, eligió el amor.
No se trata de una historia antigua: es una invitación viva a descubrir cómo lo que ocurrió hace más de dos mil años todavía tiene el poder de tocar y transformar tu realidad hoy.
Jesús no huyó del dolor… lo abrazó, por ti. En este jardín, nos mostró que Dios no está distante ni indiferente, sino que se identifica profundamente con nuestro sufrimiento.
En este video, acompaña a Roberto en una experiencia grabada desde el mismo lugar donde todo cambió, entre los olivos milenarios. Escucha, siente, respira… y deja que este mensaje te llene de esperanza, consuelo y propósito.
Desde la ladera del Monte de los Olivos, en el corazón de Israel, te llevamos al Jardín de Getsemaní, un lugar donde Dios entendió tu dolor.
Recuerda que no estás solo. Jesús mismo dijo que “en el mundo tendrán tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33), y en Getsemaní, nos recordó que incluso en la noche más oscura, el amor no se rinde. El sufrimiento no es el final de la historia.
Esta una invitación a reflexionar y saber que sí, hay dolor, pero también hay redención. Que sí, hay llanto, pero también hay propósito. Y que, aunque el camino a veces parezca demasiado duro, no caminamos solos. En el Salmo 34:18 leemos que “el Señor está cerca de los quebrantados de corazón”.
Jesucristo lo hizo por amor. Lo hizo por ti. Y ese amor sigue hablando hoy.
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